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Entre Nubes y Pan

Planear el roadtrip para visitar a las emprendedoras y los emprendedores del Eje Neovolcánico fue toda una aventura: cinco estados, siete localidades y 1.400 kilómetros de riqueza biocultural aguardaban por nosotros. Después de compartir muchas horas de aprendizaje virtual, tuvimos la fortuna de salir a recorrer la Región Centro de México de la mano de sus anfitriones.
Así llegamos a San Francisco La Albarrada, una pequeña localidad situada a 24 kilómetros de Valle de Bravo, en el estado de México. La mañana del primer domingo de marzo nos recibió con una fresca brisa y su cielo despejado. Adrián y Jesús, dos jóvenes entusiastas que están incursionando en el turismo de naturaleza, se presentaron ante el grupo y narraron la historia del lugar. El pueblo, también denominado ranchería, nace y crece en torno a la actividad agropecuaria y la minería. No obstante, en los últimos años la actividad turística ha modificado poco a poco la cotidianidad del sitio.
La Albarrada cuenta con una de las mejores pistas para despegue de parapentes del país, la que posibilita realizar vuelos de distancia (cross-country) de hasta 100 kilómetros y alcanzar alturas mayores a los 2500 msnm. La estabilidad anual de sus condiciones climáticas y el imponente Peñón del Diablo, le otorgan a la zona el potencial para destacarse en este rubro; llegando incluso a ser sede de torneos internacionales.

Si bien las actividades aéreas son la principal razón que atrae viajeros a la localidad, este pueblito mexicano tiene secretos bien guardados que nuestros guías locales se jactaron de compartir. Uno de ellos, quizás el que más se quedó en mi corazón, es el pan artesanal de Doña Chenta y todo lo que ello implica.
Inocenta Osorio y Emilio, su esposo, nos recibieron en el umbral de su hogar. Entre el cacareo de las gallinas y un intercambio de sonrisas invitaron a la comitiva a ingresar a su taller, aquel increíble espacio donde realizan arte con las manos. El olor a leña y una mezcla de aromas que no logré descifrar nos dieron la bienvenida junto a los anfitriones. Percibí entonces que no sólo mi olfato estaba en éxtasis, todos mis sentidos parecieron despertar de repente.

En ese estado de asombro y presencia absoluta fue que me dispuse a escuchar a Miriam, hija de Inocenta y Emilio. Pese a su gran sentido de pertenencia y amor por la tradición familiar, Miri tuvo la iniciativa de capacitarse y explorar otra profesión. Así, actualmente se desempeña como maestra y promotora de educación artística en Cuautitlán Izcalli. Sin embargo, la pandemia le regaló la oportunidad de regresar a su casa en La Albarrada y, mientras imparte sus clases de manera virtual, ayuda en la tarea familiar de hacer pan.
“Hacer pan me relaja, me conecta con el momento presente y con la tranquilidad de mi casa, de mi pueblo” nos comparte Miriam. “La ciudad ya sabes, tiene otro ritmo, más estresante…”. Compartiendo este sentir con Miri, le pregunté si le gustaría aprovechar el nuevo escenario que nos plantea el coronavirus para permanecer con una modalidad híbrida o totalmente virtual y dedicarse también al turismo. “Realmente nunca lo había pensado, pero sí, es algo que me motiva. La Albarrada es como un pueblito mágico, en chiquito. Tiene muchas cosas, y el turista ya llega a la localidad por el parapente sólo que no se queda…”
Continuamos platicando con Miriam al tiempo que Doña Inocenta nos entregaba unas bolas de masa para armar nuestros propios Lasloyos, el pan típico de la región que se distingue de otros por estar relleno de piloncillo. Guiados por esta humilde experta, amasamos, horneamos y, obviamente, saboreamos el pan dulce hecho a leña en casa de Chenta. Una experiencia inolvidable.
Luego de una emotiva despedida partimos para seguir explorando otros rincones locales. A pesar de ello, mi mente se quedó allí, en casa de las Osorio. El carisma y liderazgo de Miriam, aunado al potencial que tiene La Albarrada como destino de turismo rural y de naturaleza detonaron múltiples preguntas en mí… Si ya existe un flujo de turistas hacia la localidad, ¿qué tipo de acciones y alianzas clave se deben crear y/o fortalecer para diversificar su oferta turística? ¿Cómo empoderar a los actores locales para que sean ellos quienes decidan el tipo de turismo que quieren promover? ¿Qué mecanismos de regulación son necesarios para favorecer el trabajo local al mismo tiempo que se construye una buena relación con los proveedores turísticos externos?
San Francisco La Albarrada, como muchos lugares en México, posee un patrimonio biológico y cultural único. Las personas que habitan su territorio evolucionan con el entorno de tal forma que los cambios en uno definen al otro, y viceversa. Es por ello que el turismo y sus transformaciones pueden acelerar tanto los impactos positivos como los negativos sobre dicho patrimonio, la diferencia radica en qué tanto se escucha y da voz al lugar y a su gente.

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