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Reconectar para Regenerar: Lo que vivimos en el Monoretiro de La Mano del Mono

Dejar atrás las pantallas y el trabajo remoto para encontrarnos cara a cara tiene algo verdaderamente especial. En ese espacio, las risas, las conversaciones sinceras e incluso los silencios adquieren un nuevo significado. Así vivimos el Monoretiro, celebrado del 13 al 16 de noviembre en el inspirador entorno de Valle de Bravo, ubicado al suroeste de la Ciudad de México: un encuentro que nos regaló aprendizajes profundos, momentos de vulnerabilidad y, sobre todo, una conexión humana genuina.

De las ideas a las personas

En La Mano del Mono, nuestro propósito guía cada paso: forjar alianzas que hagan del turismo una fuerza regenerativa para las áreas naturales y un motor de bienestar para las comunidades locales. Pero, ¿cómo asegurarnos de que esta misión no quede solo en palabras, sino que se refleje en nuestra esencia como equipo? Así nació el Monoretiro, un espacio celebrado anualmente, pensado para fortalecer tanto nuestra conexión interna como nuestro propósito compartido.

El viaje comenzó con un desayuno en Ciudad de México. Entre café y tacos, se respiraba la anticipación de lo que estaba por venir. Durante el trayecto hacia Valle de Bravo, las conversaciones fluyeron con lindas bromas, empatía y naturalidad, animándonos cada vez más mientras nos acercábamos al destino. Al llegar al Centro Viva, el cambio era palpable: el aire fresco, el murmullo de los árboles y el inconfundible aroma de los pinos nos invitaban a ralentizar el ritmo y sumergirnos en el entorno.

Instalados en acogedoras cabañas, comenzamos con una actividad de aterrizaje y conexión. Las dinámicas guiadas nos llevaron a explorar el “sentido del lugar,” un concepto que nos permitió conectar profundamente con el entorno, con nosotros mismos y con el propósito del Monoretiro. Fue un momento para hacer una pausa, respirar y abrirnos a todo lo que este encuentro tenía para ofrecernos.

La Sociocracia: El corazón de La Mano de Mano, una organización Regenerativa

Uno de los momentos más significativos del Monoretiro fue la presentación de nuestra agenda, estructurada bajo los principios de la sociocracia. Este sistema de gobernanza no es solo una herramienta organizacional, sino un reflejo de cómo vivimos nuestro propósito en La Mano del Mono. En el corazón de esta filosofía está la convicción de que cada voz cuenta, y que nuestras decisiones colectivas son tanto un acto de construcción como de conexión.

La sociocracia es más que un método; es una base transversal que sostiene cómo funcionamos como equipo. Al asignar roles, no lo hacemos por formalidad, sino para fomentar el crecimiento individual y grupal. Cada rol representa una oportunidad para liderar desde distintas perspectivas, explorando talentos y asumiendo responsabilidades que fortalecen nuestra cohesión.

La retroalimentación: un espacio para crecer

Uno de los espacios más transformadores del día nos llevó a enfrentar un tema esencial pero muchas veces evitado: la retroalimentación. A través de actividades dinámicas y reflexivas, cada integrante tuvo la oportunidad de evaluarse y ser evaluado en un espacio seguro y respetuoso. En esos momentos, risas y silencios reflexivos se entremezclaron, creando un ambiente donde las ideas fluyeron con sinceridad y las relaciones se reforzaron.

Ese taller nos recordó la importancia de escuchar y el valor de ser escuchados. Las piezas del equipo comenzaron a encajar de una manera más orgánica, evidenciando que, en la diversidad de perspectivas, encontramos nuestra fortaleza.

Un sistema que encarna nuestro propósito

La sociocracia no es un elemento aislado en La Mano del Mono, sino el hilo conductor que une nuestras acciones con nuestros valores. Así como buscamos regenerar los ecosistemas y las comunidades con las que trabajamos, este modelo nos permite regenerar nuestras dinámicas internas. Nos ayuda a construir un espacio de trabajo más humano, donde la colaboración se vive como un acto cotidiano y el propósito organizacional se convierte en un compromiso compartido.

En este Monoretiro, la sociocracia fue y es una herramienta para reafirmar nuestra conexión como equipo. Cada reflexión, cada decisión compartida y cada rol asumido nos recordó por qué estamos aquí y hacia dónde queremos ir: tejiendo alianzas que hagan del turismo una verdadera fuerza regenerativa.

Cuando la noche cae, el corazón habla

Después de una cena deliciosa, llegó uno de los momentos más íntimos: el fogón. Nos reunimos en círculo, iluminados por el fuego, y empezamos a abrirnos. Las dinámicas nos invitaron a compartir nuestras frustraciones, motivaciones y todo aquello que necesitábamos soltar. Fue un ejercicio poderoso para liberar tensiones y para recordarnos que somos humanos; que nuestros desafíos nos conectan tanto como nuestros éxitos.

Hubo risas, lágrimas, y hasta música. Los mezcales que compartimos en el fuego no solo simbolizaban lo que queríamos dejar atrás, sino un compromiso renovado con nuestra misión y con nosotros mismos.

Una cosecha que va más allá del retiro

Lo que vivimos en el Monoretiro fue mucho más que un simple descanso del trabajo remoto. Fue un recordatorio de por qué hacemos lo que hacemos. Nos reconectamos con nuestra misión de regenerar áreas naturales e impulsar a las comunidades locales, pero también con lo más valioso que tenemos: nuestro equipo, un equipo realmente conectado con el propósito de la organización y que buscan siempre compartir su generosidad, cariño y sobre todo amistad, en este camino en donde los compañeros de trabajo se convierten como hermanos.

Nos fuimos con el corazón abierto y esa sensación que, juntos, podemos lograr cualquier cosa. Ahora, con nuevas energías y aprendizajes, estamos listos para seguir tejiendo alianzas que hagan del turismo una fuerza regenerativa, tal como lo soñamos en nuestra organización La Mano del Mono LMDM.

No queremos cerrar este espacio sin expresar nuestro más profundo agradecimiento a quienes hicieron posible que este Monoretiro fuera una experiencia transformadora. A Mauricio Miramontes, Cristina de los Santos, Baltasar Cruz y a todo el equipo de La Mano del Mono: gracias por su visión, dedicación y por contribuir con su talento y corazón a que este sueño colectivo se convirtiera en realidad. Su esfuerzo y compromiso inspiran y refuerzan nuestra misión de seguir trabajando por un turismo verdaderamente regenerativo.

Y especialmente gracias al Programa de Aceleración “Mexico Accelerator Programme”, creado por IKEA Social Entrepreneurship y New Ventures, quienes hicieron posible este sueño.

¡Gracias infinitas!

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